Saborear la nueva Lonja de Pescadores
Fecha de publicación: 03.07.2025
Marta Rodríguez Bosch
El edificio proyectado por los arquitectos Lucía Ferrater y Carlos Ferrater (OAB) y Jesús Coll, se funde con el entorno industrial portuario barcelonés y, a la vez, conecta con la ciudad.

Fachada principal de la nueva Lonja de Pescadores del Puerto de Barcelona, con tres volúmenes independientes.
A diario en la Lonja de Pescadores del Puerto de Barcelona se realizan dos subastas de las capturas del día. Una a las 7h de la mañana, de la flota de cerco, pescado azul como sardina, caballa, boquerón, jurel. La segunda a las 16.45h, de la flota de arrastre: gamba, cigala, merluza, rape. Asisten a la subasta mayoristas, pescaderías, supermercados, restaurantes… Hoy por hoy el pesquero es el único reducto de sector primario que se ejerce en la ciudad, un oficio por tanto excepcional en el ecosistema urbano. La flota de embarcaciones de la Cofradía de Pescadores de Barcelona dispone de 38 embarcaciones en las que trabajan más de 300 profesionales. A esta actividad económica de la ciudad -que además forma parte de la cultura gastronómica de Barcelona- atiende el nuevo edificio proyectado por los arquitectos Lucía Ferrater y Carlos Ferrater (del despacho OAB), junto al arquitecto Jesús Coll, alojando las distintas dependencias.

Una pasarela-rampa da acceso a la planta superior del edificio y se convierte en mirador.
Tres grandes cubos revestidos con panel de aluminio de fundición dotan de una imagen industrial y portuaria a la recién estrenada arquitectura. Son contenedores rotundos, independientes volumétricamente, unidos por porches y pasarelas que garantizan su comunicación y la protección del pescado. También, la relación con el muelle de los barcos. En el bloque central se encuentran las oficinas de dirección y administración de la cofradía. Queda retirado respecto a la alineación de los otros dos y su fachada a poniente da a un patio abierto alrededor del cual se estructuran accesos y funciones principales. El bloque Norte, situado junto a la entrada del Muelle de Pescadores y la Torre del Reloj, acoge las instalaciones de la subasta de pescado. El bloque Sur, la fábrica de hielo y, en planta baja, el almacén de cajas y la cantina para uso exclusivo de los pescadores.
“Su diseño -explican desde el despacho OAB- optimiza funcionalidad y eficiencia, incorporando criterios de sostenibilidad, energías renovables (con placas fotovoltaicas en las cubiertas del edificio) y materiales locales. La integración con el paisaje portuario refuerza su valor urbano, mientras que su accesibilidad y transparencia fomentan el vínculo entre ciudad y mar”. Con esta intervención quieren combinar el respeto por la tradición con una visión contemporánea, y promover la resiliencia del sector pesquero en un contexto de transformación portuaria.

El bloque Norte alberga las instalaciones de la subasta de pescado.
Del exterior de la Lonja de Pescadores destaca el revestimiento de aluminio de fundición grecado. Un acabado -especifican los arquitectos- que contribuye a crear dinamismo y una textura con una proporción que se lee desde lejos y matiza las juntas entre paneles. Mientas su color plateado le otorga cierta prestancia y calidad, junto al carácter industrial.
Sobre esta elección puntualizan desde OAB: “El aluminio es un material ligero y reciclable indefinidamente, pero en modo de fundición y en primera fusión, dado su grosor (en este caso 8m), adquiere una condición de altísima resistencia a la corrosión y por tanto durabilidad e invariabilidad de su aspecto inicial”.
El panel se ha fundido en taller a partir de coladas de aluminio vertidas por gravedad en moldes de matricería de acero. Es decir, los arquitectos han podido diseñar ellos mismos la pieza. Y tanto la fabricación de la matriz como la fundición la ha realizado un empresa ubicada a tan solo 13 km de distancia del puerto.

La pasarela arranca en la Torre del Reloj, símbolo de la Barceloneta y el puerto. Funciona, además, como nuevo paseo para los ciudadanos.
A su funcionalidad imprescindible, el proyecto suma la nueva relación que la flamante Lonja de Pescadores de Barcelona estrena con la ciudad y sus habitantes. El anterior edificio de oficinas de la cofradía, construido a mediados del siglo XX, quedaba oculto a las miradas en el muelle de Pescadores. El actual puede admirarse y pasearse desde diferentes perspectivas resituado en el contiguo muelle de Baleares.
Una visible pasarela diseñada por los arquitectos arranca junto a la emblemática Torre del Reloj, que data de 1904 y antes fue faro del puerto desde el siglo XVIII. Hoy es, sobre todo, un símbolo que identifica tanto al barrio de la Barceloneta como al puerto pesquero de Barcelona.
Se ha proyectado a modo de rampa y al alcanzar la planta superior de los tres bloques del edificio se ciñe a ellos, y facilita acceder a algunas de sus dependencias superiores, como el futuro restaurante. Varias pasarelas transversales permiten transitar hasta la fachada opuesta del nuevo equipamiento y disfrutar de otras panorámicas del puerto, el mar y la ciudad.

Fachada a levante. Todo el edificio va revestido con paneles de aluminio de fundición.
Según la Dirección General del Puerto de Barcelona, esta era la única pieza que faltaba construir tras la aprobación del Plan Especial del Port Vell de 1988. “Una asignatura pendiente para la transformación del puerto que debía permitir la coexistencia de las diversas actividades que en él se desarrollan, y a la vez ser capaz de integrar la actividad pesquera en un entorno de puerto ciudadano. En este sentido, la Lonja de Pescadores supone un acierto arquitectónico que permite esta dualidad de actividad industrial y espacio abierto a la ciudad”, concluyen.
Por este proyecto, los arquitectos Lucía Ferrater y Carlos Ferrater (AOB), junto a Jesús Coll, recogieron hace escasos meses el Premio Ciudad de Barcelona (2024) en la categoría de Arquitectura.