Gastronomía y arquitectura consciente
Fecha de publicación: 14.05.2025
Marta Rodríguez Bosch
Proyectado por el estudio Selgascano y Andreu Carulla, el restaurante Tramo en Madrid revela en sí mismo parte del proceso seguido para alcanzar la sostenibilidad.
Seguramente la creatividad y un planteamiento holístico sea la mejor llave para abrir la compuerta de la sostenibilidad más innovadora. El restaurante Tramo en Madrid, atendiendo al máximo de frentes posibles y entreverándolos, lo logra. Proyectado por los estudios de arquitectura Selgascano, y del diseñador Andreu Carulla, ha contado además con la colaboración de un bioingeniero y una experta en sostenibilidad integral y circularidad para llevar a buen puerto el desafío.

El restaurante Tramo es un proyecto singular en Madrid, que cumple cerca del 100% de autonomía energética.
Es un proyecto que optó desde el inicio por respetar el espacio original: una vieja nave de casi 460 m2, con diversos usos anteriores. Al limitar al máximo las modificaciones y la introducción de elementos nuevos, se ha promovido la reutilización de sus propios materiales, dándoles una segunda vida. Destaca el reaprovechamiento de la singular viguería de hormigón y cables tensados que recuerda su pasado de espacio industrial. Los materiales añadidos provienen de la bioconstrucción. Y en su conjunto constituye un detallado ejercicio de minería urbana, donde todo lo encontrado reviste interés y es fuente de nuevas posibilidades.


Los módulos cerámicos moldeados por extrusión, producidos por Ceràmiques Est, en Girona, tienen una doble función: canalizan térmicamente el aire del exterior y también actúan como asiento.
A propósito del desarrollo de este proyecto, la arquitecta Lucia Cano, cofundadora del estudio Selgascano, señala que de su padre, el reconocido arquitecto Julio Cano Lasso, aprendió a valorar lo esencial, “a evitar lo superfluo, a promocionar lo mínimo y lo fundamental frente a los festejos arquitectónicos; en definitiva, a poner en valor lo que tienes. Se trata de que aquello que existe, ya sea por su historia o por la pátina del tiempo, sea verdaderamente el protagonista, que los proyectos busquen siempre una conexión con el medio natural, una austeridad en el consumo y una manera de trabajar con los materiales y con las formas, que sean diferentes según el lugar donde se levantará el edificio”. En este caso, el nuevo espacio que tiene como objetivo primero reducir su impacto ambiental, abarcaba todos esos valores.

Se ha mantenido la antigua viguería y recuperado muchos materiales del lugar.
Andreu Carulla, como responsable del diseño de mobiliario e iluminación, ha creado un sistema de calefacción y refrigeración natural, con más de mil módulos cerámicos fabricados artesanalmente. Se basa en el pozo provenzal, y queda integrado en el espacio en una serie de bancos corridos, generando un clima natural en el recinto. La concepción del mobiliario se fundamenta en la modularidad, como estrategia de ecodiseño, para ser eficiente y sostenible.
Durante la construcción, la madera sobrante se empleó para realizar los respaldos de las sillas, las puertas y los frentes de los baños. Los escombros de excavación se han reutilizado en los distintos patios y niveles de la nave. Las placas de policarbonato del antiguo tejado son ahora falsos techos en los cuartos de baño. Y parte de la arena obtenida en la demolición se ha utilizado para fabricar hasta 1.700 piezas de vajilla.
Andreu Carulla reflexiona sobre lo que debe incorporar el buen diseño además de funcionalidad y belleza. “También hay otros condicionamientos y atributos que tienen que ver con otros beneficios: su artesanía, su respecto por el medio ambiente, su propia materialidad reciclada… Sin estos últimos valores, en pleno siglo XXI, la pieza pierde peso, abandona su eficacia dentro de la sociedad para la que fue ideada. Este es el mensaje que hemos incorporado muchos de los diseñadores de mi generación desde hace tiempo, y de aquí no debemos desviarnos”, afirma.


La modularidad se ha aplicado a todo el mobiliario (sillas, mesas, lámparas), en aras a lograr máxima eficiencia y sostenibilidad.
El restaurante Tramo es un proyecto casi autosuficiente energéticamente gracias al uso de energías limpias y la recuperación y reutilización de las aguas. Recoge, así mismo, agua de lluvia. Un conjunto de 12 paneles solares sobre el propio tejado del local produce casi toda la electricidad que requiere el restaurante. En el apartado de confort acústico, se han aplicado paneles de lana reciclada y prensada bajo el techo. Y el material sobrante se empleó para amortiguar los bancos corridos.
Carulla también ha aplicado textiles recuperados a las lámparas realizadas con secciones de varilla roscada reciclada de la construcción en el recinto. En la producción de elementos se ha incorporado el trabajo de talleres artesanos como Sastres Paperers, para elaborar los discos de papel de algodón artesano.

El restaurante recoge agua de lluvia, además de recuperar y reutilizar las aguas.
El proyecto quiere incidir, también, en el impacto en la comunidad y el consumo responsable. El conjunto diseñado desprende una imagen contundente que ya en sí misma explica o deja intuir algunos de procesos seguidos. Y como restaurante, además de satisfacción culinaria para los clientes, persigue generar una experiencia pedagógica.
Tramo es la segunda iniciativa de restauración de la empresa que lleva por nombre Proyectos Conscientes en Madrid, tras Mo de Movimiento, con el que sus artífices desean redefinir el concepto de ocio urbano, promover el consumo responsable, y repensar y transformar desde los valores.
Fotos: © Juan Baraja