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PROJECTS

Campus vertical en la ciudad

Fecha de publicación: 13.05.2025

Marta Rodríguez Bosch

En su proyecto para la Escuela de Diseño LCI, Circular Studio establece un equilibrado juego de llenos y vacíos conectando con el espacio público circundante y el paisaje mediterráneo de Barcelona.

Cuando se alza una nueva arquitectura en el distrito 22@ de Barcelona, las altas expectativas están servidas. En el antiguo barrio industrial del Poblenou, todavía en transformación, ese 22@ significa bastantes cosas: una apuesta por las nuevas tecnológicas y la innovación, una zona emergente de creatividad y emprendimiento, un espacio que ensaya la pacificación urbanística e incrementa la vegetación en la ciudad. Y las arquitecturas que allí se instalen se encuentran en el punto de mira para alinearse con todo ello.

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El despacho de arquitectos Circular Studio firma la Escuela de Diseño y Artes Visuales LCI Barcelona.

El nuevo edificio de la Escuela de Diseño y Artes Visuales LCI Barcelona ha sido proyectado por el despacho de arquitectos Circular Studio, con un programa que lo contempla como el hub europeo de la red internacional de sus universidades, con capacidad para recibir a más de 3.000 estudiantes. Inmerso en el tejido urbano que prolonga la trama en cuadrícula del Ensanche, diseñada por Cerdá, el edificio y su relación con el entorno se ha abordado a modo de “campus vertical”.

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La fachada, mediante unas bandejas de aluminio, con un recubrimiento de pintura en polvo transparente, mantiene las características de textura y reflexión de la luz del metal.

Circular Studio ha concebido la planta baja como un ámbito permeable, que se retranquea del perímetro del edificio para ampliar el espacio público. Y ha diseñado un cerramiento de vidrio que potencia la transparencia y continuidad visual. La escuela está dotada de doble acceso, por un puente que la atraviesa y comunica dos espacios públicos, la calle y una plaza, con rampa diseñada a modo de grada. “La planta baja difumina sus límites y se incorpora al espacio urbano. La plaza se convierte en un espacio de convivencia para los estudiantes y los vecinos”, explica el equipo de Circular Studio, liderado por los arquitectos Ivan Serrano y Fernando Ansorena.

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La escuela LCI extiende sus dependencias bajo la plaza vecinal, dotada de lucernarios para iluminarla.

De nuevo, entre la planta tercera y quinta, la fachada acristalada se retranquea generando una franja de circulación continua exterior que rodea la biblioteca y conecta con lo que los arquitectos denominan la "plaza elevada" de este campus urbano. Situada en el corazón del edificio, dispone de inmejorables vistas al mar, vinculándose con el paisaje mediterráneo de la ciudad. Además, aprovecha la brisa y se refugia del sol directo gracias al voladizo que lo protege.

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Las dependencias del edificio que se sitúan bajo rasante de calle reciben luz natural desde el vestíbulo de la planta baja.

El proyecto de Circular Studio establece un juego de equilibrios entre espacios cerrados y abiertos, insuflando aire y expansión a este “campus vertical”. También lo potencia a través del vestíbulo de entrada, a cuatro alturas, que se hunde hacia la planta menos uno, respecto al nivel de calle, aportando luz y ejes visuales. Es allí donde arranca el recorrido social y de relación de los alumnos. Una escalera metálica trazada en ese cuádruple espacio vacío, conduce hacia las primeras plantas. De la introversión se pasa a la extroversión en la tercera.

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En el interior de la escuela, el tratamiento de materiales revela un detallado diseño.

Los arquitectos han diseñado la circulación de forma perimetral y paralela a la fachada. Con ello añaden múltiples funcionalidades: es un espacio que hace de filtro solar, espacio de relación, para trabajar o de exposición. “Igual que la alternancia de sólido y hueco de un pórtico clásico -apuntan- el ritmo de la fachada difumina los límites entre el interior y el exterior y hace del recorrido una experiencia”.

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El proyecto persigue imbricarse con el espacio urbano exterior, su vegetación y paisaje.

La cota de la entrada desde la calle y la plaza marca la fisonomía del edificio y sus dos grandes áreas. El volumen sobre rasante alberga aulas, biblioteca y zonas de estudio, más las dependencias de la administración y dirección de la escuela, en esa alternancia interior-exterior siempre conectada a la ciudad. El edificio bajo rasante deviene un gran espacio abierto para los alumnos, que se extiende bajo la plaza pública, con salas de uso flexible, laboratorios y talleres de fabricación. Quedan iluminadas por la luz que llega de la planta baja a través del vestíbulo, y por lucernarios circulares que salpican el pavimento de la plaza vecinal.

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La fisonomía de la fachada surge de un estudio detallado de la incidencia solar según las diferentes orientaciones. Sigue siempre la misma premisa: se cierra a la incidencia directa del sol, para evitar el deslumbramiento. Y aprovecha al máximo la entrada de luz indirecta: exteriormente mediante unas bandejas de aluminio, e interiormente con un panelado de tableros de madera acabados en blanco. Circular Studio señala que la elección de aluminio como material de fachada confiere al edificio la capacidad de interpretar el entorno y la luz.



Fotos: © Salva López / Circular Studio

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